Marcelo Bielsa Volverá

Loco..., loco..., loco..., como un acróbata demente...

domingo, 7 de enero de 2007

La hora de los imbéciles


Texto leído por Víctor Hugo Morales en su progama radial "Competencias"

'No todo triunfo es el mismo triunfo' declaraba hace pocos días Rafael Bielsa argumentando que las victorias basadas en el mérito, la honradez y la sabiduría son más valiosas que las de los cancheros, los tramposos y los piolas. Asimismo, creo que podría afirmarse que no toda derrota es la misma derrota. Si eso no fuera así, estas líneas no tendrían sentido alguno.
La era de Marcelo Bielsa en el Seleccionado se cerró hoy con un angustiosoempate ante Suecia y si de resultados se trata, no quedará margen para dudar de que esta actuación mundialista fue definitivamente fallida. Pero si nos despertaran interés las diversas lecturas que sobre la actuación pueden establecerse, entonces sería mejor diferenciarnos bien.
Hoy es un mal día para cualquier futbolero promedio argentino. Pero mientras para algunos es una jornada rabiosa, de furia, bronca o decepción; para mí (y espero que para muchos) es un día de tristeza. Quisiera ser preciso en esta diferencia. El sentirse triste (pero no furioso) ante una
caída deportiva remite no solo al sentimiento de pertenencia que un equipo pudiera despertar (en definitiva somos todos futboleros y argentinos); sino además a la identificación absoluta con ese grupo representativo, sus conceptos de base, sus procedimientos, sus métodos para llegar al triunfo.
Quienes hoy traslucen fastidio mas no tristeza, son aquellos que no aceptaron a Bielsa desde el primer día o quienes imaginan tener una estatura tal como para sentirse más sabios que él; y mañana, con el mal humor extinguido, se sentirán acreedores de revancha o dignos del índice
acusador. Clavarán el puñal, escondido a base de triunfos irreprochables, no sólo por contundentes o numerosos; también por lúcidos y merecidos.
Aquellos agazapados Imbéciles de siempre, tienen hoy su día de gloria. La palabra Fracaso se anunciará a grandes letras negras y asumirán que el reclamo de explicaciones les es legítimo y propio. De nada les servirá saber (porque lo saben) que el grupo de rivales era el más difícil, debido a un sorteo endemoniado y que por otra parte, cada una de sus tres actuaciones mereció ampliamente mejor recompensa que la obtenida. Aún sin jugar en el gran nivel, este equipo debió ganar su zona por sobre la levedad nigeriana, la cobardía inglesa o la mezquindad sueca. Además, para sumar infortunio al ya citado, las reglas de este Mundial no permiten seguir en carrera a los mejores terceros, beneficio que no se recuerda demasiado de 1990 (con final incluida) y 1994.
Pero una vez esfumada la Selección de Bielsa, sus preceptos y sus valores; 'Ellos' reasumirán el poder y ahí sí, Dios nos ayude. Volverá de los cajones polvorientos y olvidados 'la Nuestra'. Ésa que este equipo había redefinido y modernizado aunque los Imbéciles necesitaron sentenciarla como ajena. Y así, nuestros jugadores retomarán el ritmo adormecido, los quejidos perpetuos, las avivadas orgullosas (características que presuponen identidad criolla para estos idiotas); y se crucificarán la velocidad del Piojo, el 'barullo' de Sorín y el pelotazo 'europeizante' de Verón. Y no
intentarán recordar la vocación ofensiva irrenunciable o la apuesta (ilimitada hasta lo insensato) por la gambeta de Ortega o el pulso firme para cambiar al Verón-símbolo por el Aimar-juvenil cuando fue necesario.
La honestidad intelectual de Marcelo Bielsa quedará hecha añicos y no tardarán en postularse viejos caudillos de Selección o autoproclamados ganadores; en cualquier caso, desdeñadores de la notable obsesión por el conocimiento como el rosarino. Los informadores de bajo vuelo recuperarán las ganas de conferencias de prensa, en donde el protagonista no recurra a esa fastidiosa costumbre de pensar antes de responder. Si algo de cordura queda en los bolsillos, quizás nos salvemos a través de un Carlos Bianchi para que esta derrota no sea tan grande.
De todas formas, esta derrota no es cualquier derrota. Hoy perdió la construcción seria y minuciosa de una evolución en nuestro fútbol. De ahí, la tristeza mayúscula. Por ello, en un fútbol gobernado por miserables y habitado hoy nuevamente por los Imbéciles reubicados, me parece natural (y hasta deseable) la ausencia del Relator de mi generación. La voz que me contó el gol de Diego a los ingleses no merecía instalarse en esta inmensa derrota (del saber antes que del juego) tanto como no merecía la Selección de Bielsa este destino.
Pero bien estará que si el Juego Sagrado nos niega la gloria y la despilfarra en provecho de los eternos Imbéciles o los oportunos mezquinos, sea excluido como un impertinente aquel que es considerado Loco. Y tras su partida, que la puerta quede abierta. Yo quiero irme también.

Gustavo Ariel Chialvo.

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